Retomando el tema del dinero, del cual ya he escrito, es importante recalcarlo porque están llegando a la juventud muchas personas que tienen que interesarse, madurar sin perder la alegría y deseos de aventura, sin excesos e ir buscando su futuro y trayectoria, sin ser catalogados o sentirse ellos “hijos de rico”.
Mis más queridos amigos son gente modesta, sencilla que en forma discreta gasta, pero también enseña a sus familiares a comportarse de igual manera. Además, entiende el valor de su riqueza al destinar una parte importante a obras filantrópicas y comunitarias.
Además, el tema de seguridad debe imperar en todos nosotros, ya que el horno no está para bollos.
Asumiendo que unos padres quieren educar a sus hijos acerca del valor del patrimonio y cómo preservarlo sin caer en la mezquindad y la austeridad extremas, y sobre todo verlo como un bien temporal al que debe dársele la importancia debida. Saber ahorrar primero, y después invertir para que este dinero crezca, son ejemplos que deben darse desde la infancia.
Les recuerdo sobre los errores más comunes de los padres en cuanto a manejos monetarios y del patrimonio:
1.- Falta de información relevante: cada familia debe ir siendo enterada, poco a poco, de sus bienes patrimoniales y no mantenerlo en un secreto a descubrirse al abrirse el testamento. Todo extremo es malo, pero la información precisa a la edad adecuada, es sano y es a criterio de cada familia nuclear y sus asesores especializados.
2.- Falta de entrenamiento: Sigue habiendo muchos jóvenes que creen que el dinero proviene de los “cajeros permanentes” y que no se han dado cuenta del esfuerzo que requiere ganarlo, guardarlo y que produzca resultados. Una buena educación en finanzas personales, presupuestos de ingresos y gastos y el saber invertir en instrumentos seguros que dejen intereses o se revalúen por arriba de la inflación les permitirán ser más cautos y manejar bien su patrimonio, por pequeño que éste sea. Hay muchos cursos e instituciones financieras que promueven el ahorro y la inversión, pero lo básico se aprende en casa, con el buen ejemplo.
3.- Ejercer un control sano sobre el dinero que se da a los hijos: por sano es que no venga envuelto en condicionantes, amenazas y subjetividades al criterio o humor de los otorgantes. Unas reglas claras, pocas desviaciones y no usarlo como instrumento para aplastar o mantener a los hijos dependientes, es básico. Piensen en su futuro como hombres y mujeres integrales, sanos y razonables.
4.- En esta época el discriminar a la mujer en asuntos pecuniarios y patrimoniales es injusto, obsoleto y, pensando en las estructuras familiares cambiantes en este nuevo milenio, simplemente, suicida. Educar por igual a hijos e hijas en este aspecto les permitirá dormir tranquilos a los padres y ser justos en la distribución en vida o testamentaria. Si tienen dudas, miren a su alrededor y vean cómo está evolucionando la sociedad, para bien o mal.
5.- Hay que confiar en la siguiente generación. Los adultos tenemos la tendencia de glorificar el pasado e idealizarlo, comparándolo con el presente y preocupándonos por el futuro. Ni todo tiempo pasado fue mejor (guerras, enfermedades, nivel de vida, cultural y de información) ni el presente o futuro son nefastos. Con valores, educación y mucho cariño y ejemplos nuestros descendientes van a salir adelante como lo han hecho todas las generaciones anteriores. Hay que darles los instrumentos y la libertad para lograrlo.